martes, 9 de octubre de 2018

GRIPE

          Sólo tenía siete años. Con siete años no puedes hacer mucho, dijo mirándose al espejo, ya quisiera él poder cambiar el mundo, que buenos retoques le hacen falta...¿Cómo sería Peter Parker cuando tenía su edad?, le daba igual, se dijo, él era el verdadero héroe, no Peter Parker. Lo iba a demostrar, iba a rescatar a Mary Jane de las manos de aquel monstruo oscuro con cara de osito de peluche. A él nadie le asustaba. Qué miedo tendría que tener Peter Parker porque ni siquiera había aparecido por allí. A él nada le daba miedo, ni el perro que está atado en el patio del colegio y le ladra tanto...

     Se terminó de pintar la cara, se había manchado un poco las manos de negro con aquel lápiz negro que encontró en el cuarto de baño y con aquella barra roja con la que su madre se maquillaba los labios, quizás se enfadaba un poco cuando notaba que ya no había casi, pero (¡él no tenía la culpa!) Spiderman lleva la cara entera roja, y él había tenido que pintarse toda la cara...ya les había avisado a mamá y a papá que necesitaba pero ya un vestido de hombre araña. Se restregó un poco la pintura para corregirla, pero no se movía de su piel...bueno, quizás se iba con agua, pero tendría que frotar mucho y hacerse daño en la piel, pero un héroe nunca se quejaba. Se ató bien la capa negra de su traje de Batman de los Carnavales pasados. Sí, sí, sé lo que estáis pensando, que Peter Parker no llevaba capa, pero eso no le importaba porque él si que tenía estilo, no el tonto ese de Peter Parker. Pensó que había perdido demasiado el tiempo con tonterías, la pobre Mary Jane estaba con aquel bicho tan feo, ese oso horrendo que la Tía Nieves le regaló a Cris. Salió del cuarto de baño en silencio, si algo bueno tenía el osito, era que su oído era finísimo, Jose estaba seguro que fue él quien se chivó a la tía Nieves que Jose pensaba que el osito y ella eran muy parecidos… Apagó la luz del pasillo y se asomó al comedor sin que lo vieran. La televisión estaba encendida, quizás Javier, viendo uno de esos programas de música que salía gente muy despeinada cantando cosas muy raras. Cerró la puerta del comedor, Javier nunca entendía, desde que se hizo un poco más mayor, siempre le acusaba delante de su madre, y si ahora lo hacía, no habría rescate, y Mary Jane se quedaría allí, esperando que alguien la rescatase, al final tendría que salvarse ella sola, porque si tenía que esperar que el verdadero Peter Parker fuese a buscarla…

     De puntillas se asomó a su habitación. Él no podía andar por las paredes, no porque no tuviese capacidad para hacerlo, que seguramente la tenía, sólo que no había probado las suficientes veces, y los chichones que tenía de comprobarlo le dolían aún. Además estaba muy resfriado, y eso influía, ¿o no?, pues eso. Se tocó las muñecas y las palmas de las manos….tampoco sabía aún como recargar el depósito de tela de araña. Menos mal que era un chico previsor, mamá siempre lo decía cuando de sus bolsillos aparecían bolígrafos justo cuando ella los necesitaba (‘Gracias tesoro, eres siempre tan precavido’, y Jose miraba con cara de bobito lo guapa que era su mamá), y de sus bolsillos esta vez sacó unas cuerdas, no eran fuertes y duras, pero eran cuerdas, las había tomado prestadas del cuarto de Cris. Que tonta era Mary Jane, era la tercera vez en esa semana que tenía que ir a rescatarla, si tuviese más cuidado...una vez fue por una muñeca de felpa feísima y gorda (también regalo de la tía Nieves) que la quería matar para quedarse con su novio Ken, y estas dos últimas veces por el Oso Pepo Píntame. si es que no se puede hacer amistad con los Playmovil así como si nada, están todos vendidos y la traicionaron.

     Estudió cada milímetro de la habitación, con las luces apagadas. Tardó a acostumbrar sus ojos a la penumbra. Aspiró hondo y dijo en voz baja: ‘Como me gusta el olor a napalm por la mañana’, en realidad ni sabía que era el napalm, ni sabía que significaba, pero como él jamás había vivido una guerra de las de verdad, recordaba las conversaciones de los de las películas que veía su padre y a él no le dejaban, pero espiaba a veces. Bueno, bastantes veces. En realidad siempre que su padre veía las pelis que a él le prohibía.

No vio nada, así que decidió esperar en silencio. Se tumbó en el suelo como había visto hacer en el cine a un militar que iba a guerra en la jungla y que con una metralleta mataba a todos pero en realidad perdió la guerra (eso en realidad lo sabía porque se lo había dicho su padre). La verdad que quedaba muy profesional, y él lo era, ¡vaya si lo era! Mary Jane estaba muy asustada, claro, ella era tan pequeña y aquel oso tan grande. Pepo Píntame, pintado de camuflaje, la tenía agarrada por el brazo y los mil soldaditos verdes de plástico del cubo grande franqueaban el paso. No le importó, él era un héroe, y ‘un gran poder conlleva una gran responsabilidad’, eso lo sabía bien. Iba a enfrentarse a todos para que Mary Jane volviese a pasearse tranquilamente con su jaguar rosa por la habitación de Cris.


     Contó hasta veinte, para animarse a actuar. En realidad tuvo que contar varias veces, porque con los nervios se olvidaba de por cual número iba y tenía que volver a empezar. Pero ya estaba preparado, y se lanzó contra ellos, gritando, dando paradas, mordiéndoles. No supo bien como pero todos se le echaron encima a la vez, incluso mientras se revolvía por el suelo intentando quitárselos de encima, algunos se le clavaban en la espalda mientras rodaba. Pero él, siempre más precavido que Peter Parker, llevaba una pelota de tenis nuevecita, y uno a uno fue derribándolos mientras los contaba, doce, quince, veinte, así hasta cuarenta y tres.

-¡Mis soldados! Sabes que hay muchos más esperando para atacarte.

-Mientes.

-’Siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad’.

-¡Ja! Sé perfectamente que sólo tenías cuarenta y tres, los he contado, Pepo Píntame, y el próximo serás tú.

El osito le miró con esos ojos feos y marrones de botón

-'¿Y quien me parará?, venga, dime que tú, Anda, alégrame el día'.

Jose se preparó para dar el pelotazo final, echó el brazo hacia atrás y lanzó la pelota con tanta fuerza como pudo. Primero le dio al osito, (‘Hasta la vista, baby’, pensó), que lo derribó, luego a Mary Jane ,y después, antes de salir por la ventana, rompió el cristal haciendo un ruido tremendo que alertó a toda la casa. Vinieron corriendo su madre y Cris. Vaya fastidio, pensó, pues se le había arruinado la fiesta.

Mamá miró la habitación despacio, la verdad que él no sabía por qué ahora parecía tan desordenada de repente. Luego le miró a él, suspiró aliviado porque la pilló en un renuncio, casi se echa a reír cuando le vio la cara. Se volvió a poner seria.


-¿Qué ha pasado aquí?

-Peter Parker no venía y yo he tenido que rescatar a Mary Jane.

Señaló a la muñeca y al Pepo, abatido. La chica aún estaba aturdida por el golpe, pero estaba suspirando aliviada y ahora le miraba con ojitos agradecidos.

-¡Mi Barbie!

-Tranquila, el osito es muy malo y la había secuestrado de nuevo. Peter Parker no es Spiderman y nadie podía salvarla….

-¡Mi pobre Pepo!


Cris, que no entendía nunca nada, cogió a Pepo Píntame y a Mary Jane y los estrechó contra su pecho. Él se quedó un poco decepcionado, de nada había servido su esfuerzo. Agachó la cabeza y se miró los calcetines. Su madre le cogió en brazos y lo llevó al cuarto de baño a quitarle la pintura de la cara. Mamá era tan buena que no le importaba que le manchase mientras la abrazaba. Con un líquido blanco y unos algodones le quitó suavemente la pintura, ni le hizo daño ni le picó la cara ni los ojos. No estaba enfadada, Cristina sí, pero no le importaba, ella no entendía el peligro que corría su muñeca. si él no hubiese llegado a tiempo, no lo habría contado.


-Yo no he roto el cristal, fue Pepo Píntame, que es muy malo, paro ya lo he matado. No he tenido la culpa.

-Ya lo sé, cariño. Tienes la gripe y Mamá te ha dejado demasiado rato con tus hermanos. Lo siento, hijo. ¿Te sigues encontrando mal? 

El niño negó con la cabeza. Mamá le abrazó un poco fuerte, pero no le importaba. Que bien olía ella siempre. Le dolía la cabeza y además estaba un poco cansado, bostezó. Mamá lo volvió a coger en brazos para llevarlo a la cama. Lo tumbó, lo tapó bien, ella se sentó a su lado, en la cama y le besó las mejillas, que las tenía coloradas.

-Vuelves a tener fiebre.

Le puso una mano en la frente, ella siempre las tenía frescas, así que el dolor de cabeza se le pasó enseguida. Se estaba durmiendo, pero antes quiso aclarar una duda muy grande con su madre:

-¿Es Peter Parker el verdadero Spiderman, mami?

-No sé, yo creo que no, ¿tú qué crees?

-No lo es...¿te puedo decir un secreto?

-Claro, dime.

-Me parece que Spiderman, el verdadero, no existe, y si existiese no pasa Mucho por Madrid, porque pasan muchas cosas malas, y hay gente que vive en la calle, y niños que no tienen papás y pasan hambre, y el perro del patio del cole ladra mucho y asusta a todos cuando no le damos el bocadillo, y nunca viene. Pero a mi me gusta jugar a que el verdadero Spiderman soy yo.

-Pues yo creo que es mucho más bonito jugar a ser Jose. Hay personas que hacen grandes cosas y no tienen súper poderes, no hace falta ser Spiderman para ayudar a las personas. Puedes ser un súper héroe que hace cosas grandes si piensas siempre en hacer cosas buenas por los demás.

Mientras Jose pensaba que quizás era una heroína la chica que comía chicle y salía del bar con un café calentito para la señora que dormía entre cartones en la calle que le llevaba al bus, se fue quedando dormido, soñando que, como decía mamá, los súper héroes, a veces no tienen poderes, sólo ganas de hacer el bien y ayudar a los demás.