miércoles, 23 de noviembre de 2016

FUEGO

Antes solamente eran yerbateras, como las llamarían ahora en México, o curanderas, o alquimistas, pero el término que más se extendió por el mundo y el que las hizo famosas era; brujas.
Ellas siempre se destacaban por su vestido negro, pero seamos realistas, ¿quién vestía de colores en la Edad Media?
Ellas eran bellas, no que eran bonitas, que también, eran preciosas por el simple hecho de que se aceptaban tal y como eran. El reflejo que les devolvía el río les gustaba, y eso genera resquemores, envidias fuertes y corrosivas, así les fue,...
Ellas veían la maldad de las personas en la mirada, por eso tenían pocos amigos. Sabían todos los disfraces del falso amor, por eso casi nunca se unían con alguien para siempre. Se peinaban sólo cuando el sol brillaba en los días de lluvia porque apreciaban la libertad y dejaban que sus cabellos disfrutaran de ella. Eran independientes y seguras, por eso a veces compartían su espacio con gatos, muy parecidos a Ellas, taimados y tranquilos, artistas de la discreción, como ellas. Y a pesar de ver el lado oscuro de sus vecinos, nunca perdieron la fe en la humanidad y les ayudaban a menudo a sus deseos más íntimos: despertar el deseo voraz del marido, ser el mejor amante para su esposa, tener un hijo fuerte y sano, parir sin dolor...
La mayoría vivían solas, repartían su tiempo entre los quehaceres de la casa y el estudio, pues casi todas Ellas sabían unir las letras y leerlas, mezclaban sabiamente las plantas y de tanto estar en el bosque, aprendían a hablar con los  animales,  a escuchar a la tierra, a conocer cuando estaban las hojas listas para hervir, cuando se podían comer, cuando podías hacerte friegas con ellas para que tu olor corporal se hiciese delicioso para el resto de personas...
Ellas salían en las noches de luna a disfrutar de la luz blanca sobre los árboles, a veces bailaban desnudas con el vaivén del viento y el aullido de los lobos. Quizás, algunos ojos curiosos las veían, ¿invocar al Diablo?, puede ser, pero yo también me dejaría llevar ante un escenario tan bonito. Y sí, también me desnudaría para sentir el aire frío y la luna sobre mi piel.
Algunas personas veían esa belleza que Ellas sacaban del reflejo del río, y las pretendían, las molestaban, las incordiaban, a veces las perseguían, otras muchas, a escondidas de todos y todas, las forzaban, en sus propias casas, en el bosque, sobre las setas, sobre el musgo húmedo y mudo, al lado del río. Y Ellas callaban, sufrían en silencio. A veces, se untaban ungüentos entre las piernas, y cuando sus violadores las volvían a poseer, les ardía el miembro y horas después, cuando terminaban de cenar en sus casas, con sus familias, caían muertos con el pene y la lengua engangrenados.
No eran malas, pero vivíamos en una época llena de miedos y confusiones, cualquier persona que destacase un poco por su distinción era juzgada. ni que decir tiene que toda la gente de tu pueblo podía tirarte piedras impunemente si entre ellas, que se conocían bien y se respetaban, surgía un amor tan puro como la primera nieve recién caída del invierno. Y si se atrevían a pasear de las manos, y algunas valientes a besarse en la boca, incluso podías herirlas de muerte, nadie iba a señalarte, estabas en tu derecho, ¡brujas!
No hay que decir, pues lo habréis imaginado, que eran unas mujeres muy inteligentes, pues Ellas ayudaban también a traer bebés al mundo, por tanto, su inteligencia no les permitía ver a Dios en el nacimiento de una vida, y mucho menos en el resto de transcurso de ella. Recordemos que el cristianismo estaba muy extendido por Europa, se metía en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestras costumbres, en nuestra dieta, en nuestras camas, en nuestros ovarios,...Y esto tampoco ayudaba a que el resto las apreciase un poco más. Eran consideradas bichos raros, por su independencia, amantes del Diablo, por su inteligencia, seres infames por su libertad.

Ahora estamos en el siglo XXI y esos tiempos pasaron. Miro al rededor, otro veinticinco de noviembre. Somos miles de mujeres las que salimos a la calle en todo el mundo. A seguir luchando, a que no nos pase lo que ya nos pasó hace siglos, pero nos sigue pasando ahora. Las brujas que quemabais en la hoguera somos nosotras: médicos, panaderas, lesbianas, trans, prostitutas, madres, hijas, hermanas, abuelas, sufridoras, hermosas,... Que luchamos a diario por que se oiga nuestra voz. Porque no se nos viole, no se nos mate, queremos respeto, queremos poder ir despeinadas, desnudas, con pelos o depiladas, maquilladas o con la cara limpia. Que se nos valore como personas en esta sociedad machista que es dura, pero nosotras lo somos más, llevamos miles de años en la lucha contra el patriarcado y no nos van a hacer callar.